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Nueva Senda - Ceferino Alemán
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Navegando por el Mar del Color

En el pasado, aguas arriba, demasiado a menudo las aguas se volvían turbulentas, y llenos de espanto nos sentíamos como una cáscara de nuez en el seno de la tempestad, hasta el extremo de ser lanzados con violencia contra las rocas, donde muchos encontraban su fin...(las guerras y matanzas a las que nos sometieron desde hace tanto tiempo). En el frenesí de la lucha por la supervivencia, tomó mucho tiempo que la conciencia se elevara lo suficiente para descubrir algunas cosas que supusieron un cambio radical...y unos pocos adelantados enseñaron al resto qué eran los remos y el timón, y para qué servían.

 

Entonces la espesa bruma que nos impedía ver las formaciones rocosas hasta que era demasiado tarde comenzó a disiparse...y la intención colectiva nos llevó a dar unos cuantos giros bruscos, casi en el último momento, cuando los menos despiertos se mesaban los cabellos, presas del pánico...pero una maniobra hacia un lado esquivó una roca de afilados bordes...(pusimos fin a la guerra fría al disolverse, casi como por ensalmo, la Unión Soviética)...al hacerlo, pudimos fluir con una corriente que nos alejó de otra formación aún mayor, que siempre estuvo allí, silenciosa y mortal...(la gran guerra final, el Armaggedon, la extinción de esta Humanidad…).

 

Y luego las aguas se aceleraron sin descanso, llevándonos en volandas hacia un lugar que nos atrajo como una gran cascada de ruido atronador, la prueba definitiva ...¡y la superamos! (21 de Diciembre de 2012, el final y comienzo de ciclo profetizado por muchas culturas).

 

Aún algo aturdidos por la odisea, empezamos a darnos cuenta de que algo había cambiado claramente a nuestro alrededor...y dentro de nosotros mismos. Sí, algunas voces destempladas pugnaban por hacerse oír, intentando que prestáramos atención a las viejas energías, a las amenazas que ya habíamos superado y dejado atrás...pero la inmensa mayoría miraba con fascinación el nuevo e inmenso panorama; era como si un encantamiento nos hubiera ubicado en un Nuevo Mundo, donde la textura misma de las aguas fuera distinta, donde el aire fresco portaba una fragancia de cambios y promesas, y hermosos colores, que antes muy pocos habían visto, se desplegaban a la vista de todos...y otra vez, los más adelantados comprendieron antes que ese mundo, esas aguas y esos colores siempre estuvieron allí para nosotros; no podíamos verlos antes, ¡pero estaban allí, como los remos y el timón!

 

Ahora comprendemos quiénes somos, y por qué estamos aquí, y navegamos rodeados de los colores del Mar de Dios, y hay un resplandor nuevo en nuestros rostros, un brío renovado en nuestros brazos, mientras remamos con seguridad, con esperanza en el corazón hacia una luz cada vez más clara, más cercana...

Octubre 2016

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Ceferino Alemán Benítez

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