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Quietud - Ceferino Alemán
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Descubrimiento

    Si miras esta imagen, ¿qué ves? Una madre y su hija, descalzas y en cuclillas en la orilla de un lago en el que se reflejan, amén de ellas mismas, árboles que lo rodean...los colores: armonías rosa, púrpura, ocre y esmeralda...¿hay algo más ahí?¿quizá pudiéramos ir más adentro?

 

    Cuando contemplé esto por “primera vez” (es un modo de hablar…), la energía intensísima que contiene casi me cortaba la respiración; espero haber conseguido transmitirla. Porque, ¿qué significan esas figuras en el seno de la Naturaleza?¿de dónde procede la enorme aura de benevolencia y armonía que se trasluce, en una pausa en el devenir del tiempo?

 

    Viaja conmigo ahora...llena tus sentidos mientras tus pequeños pies descalzos sienten la grava y la arena mojada, tus ojos se deslumbran con el reflejo del agua, y percibes, rodeándote, la presencia protectora de tu madre, y de esa otra Gran Madre: la Naturaleza. ¿Comprendes la esencia atávica, primordial, que se irradia?

 

    Hace cincuenta mil años, la madre y su hija se inclinan sobre un lago...en la primera civilización humana, la que recibió directamente la semilla divina de las estrellas, la que nunca conoció la guerra...hace veinte mil años, la madre y su hija se inclinan sobre un lago...hace diez mil años...hace mil años...ayer...ahora mismo. Diversas apariencias y atuendos, pero siempre los mismos personajes: la madre, su hija...el mismo escenario: la Madre Naturaleza...la misma energía: el Amor.

 

    Escucha ahora: hay una suave brisa que apenas ondula levemente las aguas, un sonido que se deja oír mientras atraviesa los árboles cercanos...¿qué está diciendo la madre ahora? Quizá dice: “Mira...¿lo ves? Somos nosotras...” Y lo cierto es que siempre han sido ellas, siempre hemos sido nosotros...Si sucede una distorsión grave (la ignorancia, el miedo, el odio, la violencia…) la imagen pierde rápidamente nitidez, y parece que se destruyera, dividida en miriadas de reflejos que han perdido coherencia...pero cuando el flujo de lo que ES realmente se restablece, la nitidez reaparece: somos nosotros, siempre hemos sido nosotros…

 

    Siente ahora la hermosura de cuando eras así, cuando el Mundo era nuevo, y empezabas a descubrirlo de la mano de una de las más bellas encarnaciones del Amor de Dios...tu madre. Y cada segundo era eterno, y cada palabra nueva un universo, y cada rayo de sol una caricia...Por eso bauticé esta pintura como “Descubrimiento”.

 

    Y comprende ahora que hay un núcleo en tí, en lo más profundo, que es esa energía de aprendizaje y benevolencia; más allá del tiempo y las apariencias, descubres y te maravillas sin cesar, abrazado siempre por la misma energía que eres, la que lo ha creado y sostiene todo lo que existe: el Amor.

Agosto 2014

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Ceferino Alemán Benítez

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